En esas vacaciones aprendí dos cosas que me acompañarían siempre. La primera me parecía bastante absurda hasta que se la conté a mi amiga Olivia. La segunda siempre me recordaba a ti.
El bosque tenía su manera de enraizar lo que fuera pasaba sobre él, y lo mismo me pasó a mí al irme a acampar. Adopte estas propiedades. Lo que tocaba mis suelos entraba a mis adentros hasta cuajarse y formar una masa densa.
Mis amigos y yo tomamos la decisión de empacar lo esencial, viajar algunas horas y dormir en una casa hecha de plástico que podía reducir sus dimensiones en cuestión de minutos. Pasamos dos días—que se sintieron como semanas enteras—aislados del Internet, rodeados de árboles, ingiriendo alimentos con las manos y teniendo pavor de quitarnos los zapatos por el olor que desprenderían. Caminábamos desde que salía el sol hasta que él mismo terminaba por ocultarse.
Cuando la luna salía a saludarnos, nos cubríamos con mantas, prendíamos una fogata y sosteníamos conversaciones que empezaban en la estupidez y se colaban en lo profundo de cada uno. Ahí aprendí un dato que tocó mis suelos para hacerme olvidar que hubo un momento en el que no formaba parte de mí.
- ¿Saben que si tienes un accidente de coche borracho, las probabilidades de que salgas herido son mucho más bajas de haber estado sobrio?
Mi primer pensamiento fue que las posibilidades de tener un accidente sobrio son casi nulas en comparación con estar en estado etílico. El pensamiento que le siguió fue considerarlo el dato menos curioso de la noche. A pesar de eso, sus dimensiones se alojaron dentro de mí. Tiempo después, cuando una conversación se quería mantener, pero no se querían bajar las barreras y presentarnos, siempre recurría a los datos curiosos: ¿sabías que…?
Yo siempre contaba este y me molestaba que mi mente no se adhiriera a ninguno con más sustancia. Eso llegó hasta que mi amiga Olivia lo escuchó, me pidió que lo repitiera y prosiguió a darme una razón que me permitió entender por qué este pedazo de información había tomado forma dentro de mi cuerpo.
-De cierta manera hace sentido. No te puedes proteger y justamente esa es tu protección.
Lo segundo que aprendí dentro del bosque no llegó directo; de hecho, no creo que haya llegado del todo.
Después de reírnos por horas y agotar la energía de conectar pensamientos para formar una idea, bajamos nuestras barreras. Permitimos vernos. Ver al otro, verme a mí, verme en el otro, dejar al otro verse en mí. Lo que salía de uno se permeaba en el suelo del bosque y, al estar sentados todos en este, confundíamos el origen.
“Sufrimos más en nuestra cabeza que aquí afuera”. La idea fue introducida al bosque y nosotros, sin fuerza, la sostuvimos. Esta viajó de uno de nosotros y se arraigó en todos. Creo que multiplicamos nuestras penas por adelantarnos a lo que pueda pasar y es lo que atrasa nuestros procesos. Sostener. Sufrimos por pensar en un posible futuro y confundirlo con el único posible. Sostener. Multiplicamos nuestras penas por sufrirlas en nuestra cabeza y luego fuera de ella. Sostener. Después de un rato acompañamos a la idea al suelo y nos dejamos vencer ante el sueño. Liberar.
La luz solar nos avisó de nuestra despedida del bosque. Regresamos todo al estado en el que lo encontramos, aunque nunca regresaría a estar igual. Ni las cosas, ni nosotros, pues cuando una mente se abre a una idea, nunca puede volver a sus dimensiones anteriores. La casa de plástico sí logró encogerse a su tamaño previo.
Abandonamos el bosque. En la carretera me desconecté con mis audífonos de todos para conectarme con esa idea. Pensar que puedo sufrir en mi cabeza y fuera de ella me lleva a la conclusión de que puedo hacer lo mismo con el amor. Te puedo amar dentro de mi cabeza y fuera de ella. Lo malo de ello es que nunca te llegará. Gran tragedia universal ,¿no lo crees?, nunca saber qué tan amado eres.
Si algo puedo hacer para reparar o disminuir esta tragedia, lo haré, especialmente por ti. Me repetiré una y otra vez: la mejor forma de protegerme es exponerme.
Voy a transferir lo que hay en mi cabeza a la tuya porque, aunque no tome espacio en la materia, tiene un efecto en ella. Pasaré lo que hay en mí a ti. Lo haré por todos, pero especialmente por ti.
Al servirme el té, me lo repetiré y cuando me abroche las agujetas y cuando caché mi reflejo en algún espejo: la mejor forma de protegerme es exponiéndome.
Una y otra vez.
La mejor forma de protegerme es exponiéndome.
Me expondré a ti. A tu rechazo, a tu indiferencia y tal vez, aceptando su inminencia, me exponga a tu amor, al cariño que se desprende de tu voz, a todo lo que eres y a ser todo lo que yo soy.
…eres lo máximo Ferchys,s, me gusta la forma de como ves las cosas y de como te expresas de ellas…🙌